Los árabes la ocuparon en el siglo IX, y fueron desalojados por los normandos,
quienes introdujeron el sistema feudal que ha supuesto un lastre tan pesado para
Sicilia. Palermo, en el momento de la conquista normanda, tenía trescientas
mezquitas y otros tantos maestros de escuela (que por entonces era un
privilegio), cincuenta carnicerías, salas de baños, mercados y las calles
adoquinadas, cuando las grandes metrópolis de Occidente eran un mar de fango y
suciedad. A todo ello los conquistadores añadieron iglesias católicas,
tolerancia y buena administración.
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