La invasión del suelo italiano resultó fatal para el régimen de
Mussolini. El 25 de julio el rey Emanuelle III destituyó a Mussolini y nombró en
su lugar al mariscal Pietro Badoglio. A mediados de agosto Badoglio llegó a la
convicción de que no había más alternativa que rendirse. Se iniciaron
conversaciones secretas que llevaron a la firma de un armisticio el 3 de
septiembre. Sus términos fueron prácticamente de rendición incondicional,
fórmula que se había decidido en Casablanca, y no se hicieron públicos hasta que
se hubo lanzado una invasión en gran escala contra la italia continental. El 3
de septiembre la vanguardia del VIII Ejército cruzó el estrecho de Messina y se
internó en el país, donde apenas encontró resistencia. Cinco días después una
fuerza anfibia ocupó Tarento y el 9 de septiembre el V Ejército norteamericano
desembarcó en las playas de Salerno. Los alemanes se concentraron en contra este
último ataque. Mientras el desembarco en el sur de Italia tropezó con acciones
de retaguardia, el de Salerno se encontró con con la encarnizada oposición de
las tropas alemanas concentradas en previsión de este movimiento. Pero el apoyo
naval y aéreo contribuyó a contener los contraataques alemanes y el rápido
avance de del VIII Ejército hacia el norte de la península amenazaba la
retaguardia alemana. El 17 de septiembre establecieron contacto el V y VIII
Ejércitos y los alemanes se retiraron a una línea que cubría Nápoles desde el
sur. Tuvo lugar una batalla de seis días por las colinas de Sorrento, pero el 28
de septiembre se logró abrir una brecha y el 1 de octubre caía Nápoles.
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